lunes, 15 de diciembre de 2008

Tuenti, Facebook y similares..

¡¡Peligro, son altamente adictivos!!

Redes de contactos, en donde cada uno publica información sobre sí, fotos, comenta en los contenidos publicados por sus amigos... Estas comunidades están en auge. Con la tontería de que solo necesitas unos pocos segundos para chequear tu perfil cualquier momento es bueno para ver si tus amigos han publicado algo.

Viene fulanito, amigo de toda la vida, becario en el ministerio y te deja un inocente comentario. Leches, que es amigo de toda la vida, pues a contestarle. Mira, que lo ha visto y te responde... y así te lías, te lías y cuando miras el relog ves que has invertido media mañana contandole la semana a tu amigo.

Y claro, viene el jefe y te echa la bronca: Las antenas no se diseñan solas... Que a los becarios nos "pagan" por trabajar.

... pero hay que ser buenos, que el Jueves y el Viernes de la semana pasada me los tomé demasiado relajados y hoy toca hacer algo. Además, este Miércoles viene a verme un amigo a Alemania y por extensión me tomo esos días libres, de oca a oca, empalmo con navidad y así hasta después de reyes :-)

¡¡Toma ya!!

... ¡Ah sí!! Se me olvidaba: dejo algunos ejemplos de estas "comunidades":

www.tuenti.com
www.facebook.com
www.myspace.com

Te registras, subes alguna fotillo, rellenas tu perfil y buscas a ver si hay algún conocido que halla caido antes que tú... Advertencia: cuando te sorprendas a tí mismo a las tantas de la madrugada mirando si te han puesto algún comentario nuevo reconocerás que tienes un problema. Si no tenías bastante con el móvil y el e-mail ahora tienes el tuenti.

Bajo ningún concepto mantengas varios perfiles a la vez: descubrirías que 24 horas no son suficientes.

jueves, 11 de diciembre de 2008

Vinito caliente para San Nicolás

Los alemanes combaten el frío con vino caliente.

Es un hecho que he descubierto en mi primera pre-navidad en suelo germano.

Por éstas fechas cada ciudad monta su mercado navideño. A las 4 de la tarde, ya es de noche en estas latitudes. Para un alemán, una buena tarde (noche) después del trabajo pasa por salir con la familia a ver el mercado navideño de su ciudad. En los puestos pueden comprar todo tipo de adornos para éstas fechas: desde los más tradicionales hasta los más estrafalarios... Y sí, hasta aquí llegan los pines del torito de Osborne.

Bufanda, guantes, buen abrigo, gorro, pero el fresco se cuela por todos los lados... y que mejor para zafarse de la fresca que pararse en uno de los puestos del mercadillo en donde sirven vinito caliente y salchicas. Porque en el país de la cerveza en navidad se pasan al vino. La salchicha no cambia. Esa es para todo el año.

Aquí Papá Noel es San Nicolás. Viene la noche del pasado Viernes 5, dejando a todos los niños buenos chocolatinas en sus calcetines. Se ve que no he sido mal becario, por que me encontré una chocolatina en el teclado. :-) El que es bueno, es bueno.

Y ayer, para celebrar que era Miércoles nada mejor que salir a ver (otra vez) el mercado navideño, cenar bien cenado y entrar en calor. Hala, unas tacitas de vino caliente y a la cama, que los Jueves también hay que ir a becar...

miércoles, 10 de diciembre de 2008

¿Qué es un becario?

Muchos están engañados. Una beca no es solo otra forma de trabajo intermeda entre la esclavitud y el puesto digno.

Es algo más.

Es casi un estilo de vida. Porque ser becario no es fácil. No señor. Es saber sin que sepan que sabes. Es aprovechar al máximo las ventajas de la tierra de nadie en la que subsistes o morir en el intento. Un becario es, por definición, un superviviente en la jugla que es la empresa.

Y cuando se marcha el jefe... ¡¡fiesta!!

Otro relato

El pequeño Principito era feliz.


Tenía todo cuanto quería en su minúsculo planeta. Su flor, su cordero, sus tres volcanes... Interminables atardeceres hacían las delicias de sus románticos ojos.


...Y cuando lo deseaba, bastaba montar a un cometa para recorrer la galaxia en busca de otros planetas con otras maravillas.


La vida transcurría plácidamente con sus idas y venidas. Marcando su propio compás, indiferente al resto del universo. Los pequeños detalles cotidianos eran pinceladas dentro del gran cuadro de su existencia. En la orilla del mar de la tranquilidad, ¿quién podría desear la llegada de la tormenta?.


Contemplando uno de sus bellos atardeceres lo vio. No era más que un pequeño punto que se alzaba con timidez a la caída del sol. Uno más de entre todos los que poblaban el firmamento.


No tardó tiempo en hacerse cada vez más grande y más brillante, siendo visible incluso de día. Pocas semanas después el pequeño Principito supo lo que era: otro planeta. Y se acercaba con gran velocidad. Lo miró con curiosidad: en él había una muchacha de tan oscuro como hermoso pelo largo.


Ella le sonrió.


La danza cósmica fue espectacular. Aquel planeta se acercó peligrosamente. Se volvió a alejar. Describiendo una inmensa curva recorrió una gran distancia para de nuevo aproximarse, quedando así atado por los lazos de la gravedad.


Ella saltó al mundo del Principito. Tras no pocas sonrisas ambos se enseñaron las respectivas maravillas de sus mundos. Sus emociones bailaban al compás de sus planetas. La furia de fuerzas buscando equilibrio producía violentos vaivenes. Pero solo tenían ojos el uno para el otro.


Fueron muchos atardeceres. Hermosos amaneceres. Días llenos de color. De cometa en cometa, visitaron otros lugares. Ella no lo creía, pero en algún lugar de la galaxia había un rey que reinaba en soledad todo lo que existía. El geógrafo tomo buena nota de la posición y tamaño del nuevo planeta. El hombre de negocios añadió un número más a la inmensa lista que atesoraba en su banco.


Indiferente a todo ésto, la naturaleza obedecía sus propias leyes. Inexorablemente. Ambos cuerpos planetarios, lejos de acabar encontrando un equilibrio común acabaron por diverger.


Ven conmigo. Le dijo ella. ¿A dónde vamos? Lejos, muy legos de aquí, sigamos juntos nuestro propio camino. No miremos atrás. El Principito lloraba. Pensaba en sus tres volcanes (uno de ellos apagado), su cordero y su rosa... Si me voy, ¿quién cuidará de todo?


Por última vez saltó a su planeta. Sin poder reprimir una lágrima furtiva miró esos hermosos cabellos de aquella que se marchaba para no volver jamás.


Poco tardó en perderse de vista.


Con el paso del tiempo las cosas volvieron a su anterior equilibrio. El pequeño asteroide volvió a estabilizarse en su órbita original. De nuevo, todas las mañanas cuidaba de su flor, buscaba brotes de baobabs, y deshollinaba sus volcanes manteniendo el planeta en orden.


Sin embargo, de vez en cuando, el pequeño Principito se sienta en la silla, contemplando el atardecer. Escrutando los cielos por si ella volviera.



Menudo Cupido...

Uno dos tres cuatro... 20 pasos. 20 metros.


Media vuelta... Apunto, fuego y... ¿Dónde es
tá la flecha?


Dios.


A urgencias.


Extrañamente tranquilo, mientras el coche baila al compás de un camino mal arreglado, observo mi mano. Ahí está parte de la flecha. El resto quedó no muy lejos de la diana. ¿Tío, estás bien? Ni sangre ni dolor.


Llegamos.


Al salir del coche aparecen la sangre y los nervios. Afuera me esperan un grupito de señores con bata y sus delicados instrumentos. Afilados,apuntandome. Observando inquisidores. Precisión. Frío aséptico.


tic, tac; tic, tac; Sala de espera.


¿Nombre?¿edad?¿alergias?


tic, tac; tic, tac;


El reloj de pared no me cae bien. A través de un pasillo de miradas me conducen a una sala. La enfermera me guía. Ella. Su sonrisa. El único elemento apaciguador en todo el cuadro. Alcohol, amoniaco perfumado de limpieza, olores de un recinto aséptico en el que hasta la iluminación contribulle a mi incomodidad.


Uno, dos, tres, cuatro... Cuento para no explotar. ¿Nombre?¿Edad?¿Alergias? (Sí, a las inyecciones) No, que yo sepa.


Vuelve la hermosa sonrisa. Trae un montón de material médico sobre el que destaca una especie de cizalla horriblemente brillante. Se la pasa al jefe.


tic, tac; tic, tac; tic, tac;


El techo es horríblemente blanco... ¡No del todo! Alguna manchíta aquí y allí... ¡Oouuchh! de vuelta a la tierra. El jefe está haciendo de las sullas.


Me mira despectivamente.


... cinco, seis, siete, dos-mil-cuatrocientos-setenta-y-dos... No, eso no vale. Los astrónomos preferían usar exponenciales para expresar distancias entre estrellas. e-elevado-a-uno, e-elevado-a-dos... e-elevado-a-diez-mil... ¡Oouuch! Araño las sábanas. Ni con números inimaginablemente grandes encuentro una pizquita de sosiego.


La enfermera me vuelve a sonreir. Apaciguadora. Siempre cordial. El único calor de este infierno helado... ¡Oouuchh! El techo se mueve demasiado. No estoy echo yo para esto...


tic, tac;


Todos me miran con curiosidad. ¿Qué?... ¿Ya?... Me incorporo confuso. Otra mirada despectiva. Pero ella me entiende. Me mira. ¡Qué ojos!


Observando el pastel de la mano izquierda se me escapa un suspiro...


¿Quién quiere volver a tirar con arco?